Hace unos días en una entrada previa comenzaba citando a Célestin Freinet, y en términos de participación me parece oportuno traerle a colación. Freinet fue un maestro y pedagogo francés que inició ciertas técnicas partiendo de la idea de que el conocimiento se va construyendo a través de la experiencia vivida y de la experimentación surgida de la misma. No voy a hablar de la clase-paseo y salir del aula para ir a buscar la vida en el entorno, aunque este tipo de clases sean experiencias maravillosas, sino de otras claves de su trabajo que a pesar de ser de otro siglo siguen muy vigentes y que suelen utilizarse en edades más tempranas pero pueden tener su aplicación al ámbito que nos atañe: el instituto. De entre sus muchas técnicas voy a destacar:
- La revista escolar: fruto del trabajo de los niños y que se construye a partir de la propia organización del trabajo. Constituye una herramienta para comunicarse con las familias. Mi experiencia en los campamentos constata la productividad de este tipo de actividad; lo que solemos hacer es un periódico diario, en el que expresan las cosas que ocurrieron en día anterior y que posteriormente nos sirve para que los padres sepan que ha ido aconteciendo durante la semana. En las clases se puede adaptar mediante una revista particular de algún tema tratado o que incluya varios temas, nos sirve a modo de repaso, de ampliar conocimientos y de trabajo en equipo. También se puede plantear desde el propio instituto y no desde una asignatura concreta, con temas más amplios de interés general.
- La asamblea de clase: es el espacio y tiempo destinados a plantear problemas y buscar medios para su resolución, para planificar y posibilitar la realización de proyectos. Lo hacen los propios estudiantes y se acercan a la participación democrática, dotándose a sí mismos de voz. Educa la función de planificación y de revisión del trabajo y de la vida del grupo–clase. En las aulas de la escuela, Freinet incluía un mural con tres columnas: “Critico, propongo, felicito”, en el que los niños podían escribir cuando quisieran, siempre y cuando sus declaraciones fueran firmadas. La asamblea se encargaba de revisar todas las quejas y propuestas semanales a fin de resolver posibles conflictos y de negociar con el profesor. La asamblea se convertía así en un órgano de mediación importante en la actividad educativa.
Firmaría cada propuesta que has presentado aquí. Me ha gustado sobre todo lo referente a Paulo Freire y las preguntas divergentes, ya que es justo lo contrario de lo que se suele hacer en los centros, desgraciadamente. Pero bueno, confío en que muy pronto podrás incidir como profesor en algún centro para poder llevar alguna de estas a cabo :)
ResponderEliminarPues seguro que pregunto muchísimo porque a mi me encanta incidir en el por qué de las cosas, vivo constantemente en la edad de las preguntas como los niños de infantil.
Eliminar